Una práctica de empatía y validación
En este artículo:
¿Te pasa que por más que intentas evitarlo tus conversaciones terminan escalando a discusiones?, ¿te encuentras teniendo la misma conversación con tu pareja una y otra vez?, ¿por más que intentas escuchar, la otra persona se queja de no sentirse escuchada o validada?
Parecería que escuchar no tiene mucha ciencia, al final solo se trata de poner un poco de atención ¿no? Entonces, ¿por qué tenemos tantos conflictos a la hora de comunicarnos?, ¿por qué muchas veces salimos de una conversación sin sentir que nos escucharon?, ¿por qué los demás se quejan de no sentirse comprendidos?
Antes de mejorar mi escucha
Para poder escuchar, es necesario hacer antes una reflexión sobre qué es lo que puede estarnos impidiendo tener una comunicación efectiva. Algunas de las razones más comunes son:
No tener identificadas nuestras emociones.
Estar fusionados con una emoción (nublados por la intensidad de lo que sentimos).
Querer justificarnos.
Estar centrados en qué responderemos.
Querer "ganar" en la conversación.
La realidad es que para sentirnos verdaderamente atendidos, necesitamos sentirnos validados y para poder validar al otro, necesitamos validarnos a nosotros mismos. Si sabemos que tendremos una charla difícil, o hemos identificado un patrón disfuncional en nuestras interacciones, hacer un ejercicio para observar nuestros pensamientos y emociones nos dará la oportunidad de trabajarnos y llegar a la conversación con mayor calma y una perspectiva más amplia.
Las emociones y la aparición automática de los pensamientos son algo que no podemos controlar, pero sí podemos elegir nuestra actitud ante los mismos. Por ejemplo, ante el enfado, puedo elegir gritar y pelearme, o retirarme. También podemos elegir el valor o la veracidad que asignamos a un pensamiento, y el alimentarlo o no. Pero independientemente de lo que decidamos hacer con la emoción, no podemos negar su presencia. Para eso es la validación. Validar es reconocer la aparición de una emoción determinada y el malestar que esta puede estar generando, sin cuestionar el motivo de su aparición. Eso lo harás en pasos posteriores.
Así como es muy importante validar las emociones de los demás, necesitamos reconocer y abrazar las propias en lugar de negarlas o intentar justificarlas. Cuando sentimos algo, es más útil aceptar lo que estamos sintiendo. Una manera de hacerlo es enfocando nuestra atención en las sensaciones físicas que experimentamos durante una emoción y permitir que estén ahí sin intentar controlarlas. Tener una conversación amable con nosotros mismos también es efectivo: “noto que me siento triste y que no me gusta. Me doy permiso y espacio para sentirlo.
Cuando dejamos de luchar contra lo que sentimos y nos damos un espacio para abrazar nuestra experiencia sin juzgarla, podemos redirigir nuestro foco a nuestra conducta. Ahora sí puedes preguntarte: '¿cómo quiero responder ante esta situación?, ¿qué está bajo mi control?, ¿hay algo que necesite hacer o cambiar?'
Algunos aspectos a tomar en cuenta antes de decidir cómo actuar:
Tus valores e ideales son tuyos y está bien tenerlos porque te sirven de guía. Sin embargo, esperar que los demás piensen y actúen siempre como tú, es una gran fuente de malestar. Además, revisa si tu ideal o tu valor es demasiado rígido y eso te genera un conflicto.
Pregúntate: ¿Hay ocasiones en las que es mejor dejar pasar un comentario? ¿Qué función tiene que diga esto en este momento? ¿Cuál es mi objetivo al decirlo? ¿Ese objetivo contribuye al bien común o a mis metas a largo plazo?
No tienes que entender a todos y no todos te tienen que entender. La comunicación es importante y necesaria, pero no se da cuando hay una lucha de poder para ver “quién tiene la razón”. No estar de acuerdo en todo es normal e intentar forzar a los demás a ver las cosas como nosotros, no tiene mucho sentido.
Cómo mostrar escucha activa y validación
Una vez que has hecho una reflexión previa, reconocido y validado tus emociones, y decidido tener una conversación, puedes aplicar las siguientes estrategias.
Escuchar es prestar atención al otro sin intentar anticipar nuestra respuesta o dejar que nuestros “pensamientos calientes” (como “esto es injusto, no tiene sentido lo que dice, yo en su ligar hubiera...”) nos distraigan.
Asegurarnos de haber entendido haciendo un resumen de lo que nos dijeron, clarificando lo más importante para hacer ver al otro que hemos recibido su mensaje y verificar si lo hemos entendido bien (por lo que entiendo, no te pareció esto... y te sentiste así..., ¿es correcto?).
Empatizar y validar SIN PEROS. Comunicar que hemos entendido cómo se sintió sin descalificarlo al decir pero. Reconocer y aceptar la emoción del otro no implica estar de acuerdo con su argumento, simplemente se trata de validar que el otro en este momento siente una emoción determinada.
Un ejercicio para aumentar la empatía
Intentar empatizar a través de la razón no siempre es posible. Cuando pensamos distinto a alguien, siempre podemos acudir a empatizar desde la emoción.
Empatizar no implica comprender las razones del otro. Es decir: no intento ni convencer al otro de mi punto de vista ni verle lógica al suyo, simplemente identifico o imagino la emoción que siente y empatizo con esta. Al final, todos tenemos necesidades y la emoción del otro seguramente responde a una necesidad que no conocemos.
Para empatizar con la emoción no necesito haber pasado por la misma situación de la persona, basta con que alguna vez haya sentido esa emoción.
Ejemplo: Mi pareja se enfada porque me dejé los zapatos en el salón. Yo no entiendo cómo una tontería así puede hacerle sentir tan enfadada.
Lo típico es que ambas partes discutan con argumentos sobre por qué está bien o mal dejar los zapatos ahí, de por qué a uno le importa tanto y al otro no, etc. Esto vamos a cambiarlo por identificar la emoción. En este caso: enfado
Me pregunto: ¿Me he enfadado por algo similar? ¿Me he sentido enfadado alguna vez en mi vida? ¿Cómo era sentirme así? ¿Qué necesitaba en ese momento del otro?
Visualizo al otro experimentando esta emoción. Voy imaginando (habiendo justo antes revivido emociones similares en mí mismo) lo que la persona experimenta y siente durante el enojo.
Valido la emoción del otro, de corazón, al imaginarme cómo se siente y reconocer que independientemente de cuál sea la razón, la otra persona se siente así y está sufriendo (sabemos lo desagradable que es sentir eso).
Le hago saber al otro que veo que siente enfado y que comprendo cómo se siente. No intento negar su emoción ni menos preciarla con mis argumentos. ‘Siento que te sientas así’, ‘veo que esto te ha generado enfado’, ‘noto tu frustración’.
Después de validar las emociones del otro y haber escuchado su punto de vista, se puede dar paso a una negociación.
Tip: No siempre tenemos tiempo de hacer estos pasos, mucho menos si estamos enfrente del otro y no podemos retirarnos por unos momentos. Cuando sabes que vas a tener una conversación difícil, haz el ejercicio con antelación.
La práctica continuada de estos ejercicios generaliza de manera natural la actitud y aumenta la probabilidad de que lo consigamos incluso durante situaciones que no veíamos venir.
Este ejercicio es una guía informativa que no suple la asesoría de un profesional de la salud. Si consideras que hay algo que te está generando u n malestar significativo, te recomendamos que busques a un profesional de la psicología que pueda guiarte durante esta práctica o identificar otras herramientas adecuadas para ti. En Bangardia AP siempre estamos abiertas a escucharte. ¿Tienes dudas o quieres asesoría? Escríbenos o agenda una entrevista gratuita.
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